viernes, 20 de febrero de 2009

A LO MEJOR NUNCA ESTUVE

...no es que te quiera poco
es que ya te he querido.
(Enrique Gil Ibarra)


Cansado de repasar una y otra vez la misma sonrisa con la que atendía a tanta gente en su oficina, ese día decidió cerrar sus puertas y entregarse a cualquier entretenimiento de aquellos que apaciguaban sus ratos interminables en aquel cajón, y tras iniciar una que otra conversación virtual, además abrir y cerrar el buscador de música, decidió retirarse.
Anduvo por la tarde, tratando de refugiarse en algún lugar donde no sean fríos edificios quienes le proporcionen sombra, paso por su café preferido y por un bar, hasta que penosamente llegó a su casa, donde hojeo sus tres libros de cabecera, pero ni Sábato supo entender la angustia que vivía en ese momento.
No lo dudó más, estuvo en su cabeza todo el tiempo, le había aniquilado el pensamiento y finalmente no pudo negarse. Apenas lo dejó suelto en su imaginario, no tardó en darle un par de vueltas para coger su mochila y salir en un arranque entusiasta e impulsado por la brisa de la emoción, había decido ir a buscarla allí donde sabía podría encontrarla, al costado del mar. Apenas salió de casa apago su celular para no volver jamás. Nunca se había sentido tan fuerte, tan animal, y eso junto a la enorme emoción de volver a su lado y esta vez para quedarse, lo llevaron frente a ella en un instante tan veloz como la estrella fugaz que les sonrió la última vez que estuvieron juntos.
Ella lo recibió como si siempre lo hubiera estado esperando, lo abrazó y el roce de sus dedos por la parte trasera de su cabeza hizo que todo ensarte de pensamientos desapareciera y por fin, desde mucho tiempo atrás, él volvió a sentir aquella paz que alguna vez pensó siempre buscaría…

Muchos han sentido en algún momento el hastío, el no saberse en el lugar indicado, la asfixia e inquietud. Algunas, no pocas cosas, que se comienzan con entusiasmo terminan en el sin sentido y la vaciedad, frente a lo cual suele surgir un arrebato de conformidad o un cansancio de querer buscar nuevamente; sólo cuando aquello puede vencerse es somos capaces de empezar una vez más.
El problema está cuando nada satisface o nada parece hacerlo, entonces la incomodidad puede convertirse en algo patológico y es frecuente y conveniente preguntarse ¿acaso seré yo? En cualquier caso, la pregunta nunca esta de más, pues de cualquier modo se nos presenta la oportunidad de ir desechando todo aquello que no es parte de lo que se busca.

…cuando se repuso, volvió de su lado en que se había acogido, en el que había soltado una última lágrima de impulso; la vio dormida, pensó en lo hermoso que se veía su rostro y en su mente empezo a recordar una canción de cuna que de niño le cantaban, luego de ello y antes que la madrugada lo sorprenda, cogió sus ropas y de regreso a casa volvió a prender su celular.

sábado, 7 de febrero de 2009

SOBRE LA ESTEPARIEDAD DEL SER

“Quisiera o vencer dentro de sí al lobo y vivir enteramente
como hombre, o, por el contrario, renunciar al hombre y vivir,
al menos, como lobo, una vida uniforme, sin desgarramientos”
(Hermann Hesse, El Lobo Estepario).


Muchos sentimos que dentro se mezclan dos tipos de personas, o para hacerlo menos teatral, solemos responder de dos formas distintas. La primera de esas formas es racional y humana, puesto que se nos da por pensar en la repercusión de nuestra acción y como esta irá a afectar a diferentes actores alrededor. Sea noble, indiferente o cruel nuestra respuesta, hay un cuestionamiento de por medio.
Por otro lado, hay cierta actitud instintiva que mal la hemos considerado muchas veces como animal, y si bien llegamos al acuerdo de que es medio animalesca la respuesta obtenida de este nosotros, por lo menos espero no tengamos el mal prejuicio de condenar las acciones que de aquí parten.
Algunos quizás quieran aportar, de que como todo, se trata de llegar al punto medio de escuchar a uno y otro para establecer un consenso, bien entonces partamos de ahí, puesto que luego de analizar mi premisa una y otra vez, salvo algunas respuestas primarias o realmente arrebatadas, no solemos ir por la vida dando rienda suelta a uno de los dos propuestos, y de esas pocas respuestas (primarias) no quiero referirme ahora.
Mi pretensión es salvar al perfil lobo dominante de todo esto, tantas veces criticado por su actitud incisiva en muchas oportunidades o por retirarse sólo por su estepa cuando necesita encontrarse consigo mismo. El lobo a mi forma de verlo, es una suerte de evolución o adaptación del hombre (no la única). Es poder aprender a cada momento de experiencias que llevan a hacer del instinto una respuesta ya evaluada anteriormente y no sometida a una perdida de tiempo en su segunda reflexión.
Un lobo además necesita tiempo para si mismo, y es en ese preciso instante cuando más confronta al lobo y al hombre, pero el estilo que quiere vivir es propia del lobo. Ahora la otra parte es la forma en que se da o va por el mundo, quizás para algunos catalogado como tibiamente infeliz o con un exceso de drama en las cosas más cotidianas, y pues sí, quizás haya cierta exageración en algunas mociones, pero al respecto, qué más da querer vivir al máximo cada sensación, ser más sensible (sin ser Candy) a cada espectáculo nuevo que nos ofrece la vida. Entre otras cosas que pueden ser muy criticadas por no quedarse con el hombre de sociedad como dominante, está la búsqueda de satisfacción de sus propios instintos, y aunque suene medio salvaje, ¿acaso todo principio social no parte primitivamente de una intuición de que las cosas no están bien? ¿Acaso lo humano dominante no sería buscar salvar el propio pellejo dentro de cada escenario, tratando de estar equipado para hacer frente a cualquier ataque?
En fin, se que son muchos términos que pueden confundirse, dada la connotación que cada uno pueda darle. Lo que buscaba en este post, era darle un homenaje a este libro de cabecera con quien empiezo la nota y a la estepariedad que todos, aunque en diferente nivel, llevan dentro. Ya nos veremos amigos míos en el siguiente acecho.